La más profunda oscuridad y el más profundo silencio. No podÃa escuchar cosa alguna. Era el silencio más sepulcral…y esa era la palabra adecuada, porque al menos cuando uno está en un cuarto a prueba de sonidos, al menos puedes escucharte respirar. Puedes escuchar que estás vivo.
Pero yo no me escuchaba.
Comencé a caminar torpemente hacia adelante, con mi corazón, lo único que podÃa sentir, palpitando rápidamente. Naturalmente, no podia ver la puerta de salida, es más, ni siquiera estaba seguro de que hubiera una.
En ese momento, el silencio se vio interrumpido por un leve zumbido.
Después, sentà algo detrás de mÃ. Me giré, desesperado, pero no podia ver nada. Sin embargo, allà estaba, lo percibÃa. El sonido se hizo más fuerte y más cercano. Entonces, no sé como, comenzó a rodearme. SabÃa que lo que fuera que estaba causando ese sonido, estaba en frente de mÃ, acercándose más y más.
Dà un paso atrás, nunca habÃa sentido tanto miedo. De hecho, no puedo describir el terror que sentÃ. No tenia miedo de morir, tenia miedo de lo que podia pasar como alternativa a la muerte. Estaba aterrado de lo que la cosa que producÃa el sonido me tenÃaa preparado.
Entonces se encenidieron las luces, que parpadearon por un segundo…y eso me bastó para ver....
Nada. No và nada. Y sé que no no và nada ahÃ.
De pronto el cuarto volvió a la penumbra, y el zumbido se comvirtió en un salvaje chillido. Yo grité también, tapándome los oÃdos, el sonido era totalmente insoportable. Como pude, corrà lejos del ruido y de manera torpe, me las arreglé para encontrar la manija. Pude abrirla y caà como un costal dentro de la quinta habitación.
Antes de poder describir el cuarto cinco, debes entender algo.
No soy un adicto a las drogas.
Nunca he tomado drogas ni he sufrido ataques sicóticos durante mi vida, ni alucinaciones, salvo aquellas visiones que tenia cuando era niño y que mencioné antes, pero solo cuando estaba muy cansado o recién me acababa de despertar.
Pero cuando entré a la Casa Sin Fin tenia la cabeza clara.
En cuanto caà al cuarto cinco, lo primero que vi fue desde mi posición, tirado en mi espalda sobre el piso, fue el techo. Lo que mire no me asustó, pero sà me sorpendió. El cuarto tenia árboles…¡Ã¡rboles! Éstos eran lo suficientemente altos y el techo bastante alto también, lo cual era incongruente comparado con los cuartos anteriores. Sin embargo, me hizo pensar que estaba más bien en el centro de la casa.
Me puse de pie, me sacudà y mire alrededor. Definitivamente era el cuarto más grande de todos. Ni siquiera podia ver la puerta desde donde estaba, pues muchos árboles y arbustos bloqueaban mi vista.
En este punto, me supuse que los cuartos serÃan cada vez más aterradores conforme fuera avanzando. Sin embargo, esto era un paraÃso comparado con el cuarto de la oscuridad. También asumà que lo que fuera que haya estado conmigo en el cuarto número 4 se quedó allÃ.
Pero estaba increÃblemente equivocado.
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