La Bahía de la Reina


Se dice que hace no mucho tiempo, cuando la Bahía de la Reina era solo un pequeño pueblo de pescadores, la joven esposa del alcalde, Maura, fue asesinada por “La Reina”.


No soy nadie para decir si es o no verdad, pero sí sé que algunas noches son más frías que otras.


Verás, eras muy pequeño como para recordarlo, pero tu madre solía administrar la posada en donde Lady Maura solía vivir. Y había ocasiones en las que tú despertabas gritando porque la “mujer terrorífica te miraba fijamente”.


Ríete si quieres, pero tu madre nunca estuvo completamente convencida. Hasta aquella noche cuando ya no despertaste.


Ella te había llevado a tu cuarto a dormir y regresó al recibidor, para tomarse una copa de vino y hacer corte de caja. Después de una hora, se escuchó un estruendo desde la habitación donde estabas, en la parte de arriba. Pensando que te habías despertado de una de tus pesadillas, ella dudó en subir corriendo, esperando hasta que escuchara tus llantos antes de auxiliarte. Lo raro es que nunca lo hiciste.


Después de un momento, decidió cerrar todo y subir, pensando que quizá te habías vuelto a dormir.


El amanecer llegó y no bajabas a desayunar. Después de llamarte muchas veces, subió a tu cuarto. Y te digo, tenía toda la intención de golpearte…tu madre estaba muy ocupada con tantos clientes y lo último que necesitaba era un mocoso demasiado flojo para levantarse.


Se asustó cuando entró a tu cuarto y lo vio vacío. La ventana estaba abierta y el caballito de juguete que mantenías en el marco estaba hecho pedazos en el piso, al igual que tus sábanas, esparcidas por el cuarto. No había señales de ti, la única evidencia eran unas leves huellas de botas de mujer, y unas gotas de sangre.


El pueblo entero te buscó esa mañana. Por días, movimos cielo y tierra, pero nada. Devastados, regresamos a casa, solo esperando por alguna noticia tuya.


No fue sino hasta una semana después cuando tu madre, aún inconsolable, escuchó otro estruendo en tu habitación, esa noche. Esperando que de alguna forma hubieras regresado, subió corriendo las escaleras, solo para ver la puerta de tu cuarto abierta y a una joven mujer (hermosa, dicen), dejándote nuevamente sobre la cama.


Tu madre gritó y la mujer la miró. Ahora mismo puedo volver a su voz cuando me contó que ella tenía pelo rubio y sus ojos eran azules como la flor de aciano, y tenía una tristísima sonrisa, y una línea roja atravesaba su cuello.



Cuando tu madre quiso acercarse, la mujer se desvaneció como si hubiera sido solo humo, desapareciendo en el viento, en la nada.


El sacerdote del pueblo nos dijo que se trataba de un espíritu demoniaco que te había llevado, quizá una de las siervas de la corte de La Reina. Pero aquella noche, tu madre te sostuvo contra su pecho mientras gritaba desconsolada. Todo lo que pudimos hacer, fue quitarle tu cuerpecito frío y sin vida de los brazos.




Oh, mi pequeño. Tu pobre madre, justo antes de quitarse la vida, me hizo prometer que visitaría tu dulce tumba una vez al año para contarte esta historia. Quería que no te olvidaras del demonio con forma de mujer que te arrebató de nosotros y que pronto te vería, e iría por ti.

TheIronbird

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