Viola Peters era una conocida señorita soltera que vivía soltera en el pequeño pueblo rural de McCaysville, en Georgia. Era una mujer muy querida en su comunidad por su caridad y contribuciones para la iglesia bautista, el comedor comunitario y el orfanato local, especialmente durante la Gran Depresión, época en la cual dichas instituciones subsistían casi exclusivamente gracias a sus aportaciones.
En julio de 1935 la mujer fue brutalmente violada y asesinada por un vagabundo de nombre Tom Cullin quien trabajó durante un corto periodo de tiempo para una refinería de cobre instalada en las cercanías. Tras su horrible crimen, Cullin permaneció en la casa de Viola y abusó de su cadáver por diecisiete días más antes de que fuera capturado. Los habitantes, furiosos por el terrible suceso, se dirigieron en turba a la cárcel, sacaron a Cullin y lo lincharon colgándolo de un viejo puente sobre el río Toccoa.
Esta foto fue tomada por Garrett Killian, un testigo del linchamiento, y causó una gran conmoción cuando fue publicada unos días después en el diario The Atlanta Constitution. Para la mayoría de las personas, es una clara evidencia de que el espíritu de Viola alcanzó un poco de paz al presenciar la ejecución de su asesino, pero otros, los de una mente mucho más retorcida y perversa, dicen que la vieron con un triste semblante de anhelo al echar un último vistazo al que sería su primer y único amante.
En julio de 1935 la mujer fue brutalmente violada y asesinada por un vagabundo de nombre Tom Cullin quien trabajó durante un corto periodo de tiempo para una refinería de cobre instalada en las cercanías. Tras su horrible crimen, Cullin permaneció en la casa de Viola y abusó de su cadáver por diecisiete días más antes de que fuera capturado. Los habitantes, furiosos por el terrible suceso, se dirigieron en turba a la cárcel, sacaron a Cullin y lo lincharon colgándolo de un viejo puente sobre el río Toccoa.
Esta foto fue tomada por Garrett Killian, un testigo del linchamiento, y causó una gran conmoción cuando fue publicada unos días después en el diario The Atlanta Constitution. Para la mayoría de las personas, es una clara evidencia de que el espíritu de Viola alcanzó un poco de paz al presenciar la ejecución de su asesino, pero otros, los de una mente mucho más retorcida y perversa, dicen que la vieron con un triste semblante de anhelo al echar un último vistazo al que sería su primer y único amante.

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