No era gran cosa al principio, ¿sabes?...era una historia cualquiera, de esas que ves en los comentarios de un video de Youtube, hechas para asustarte y hacerte copiarla y pegarla en otros ocho videos (tú sabes, el típico “no leas esto porque si lo haces te pasará esto otro…”). De ese tipo donde supuestamente vas a tener una muerte horrible o la persona que te gusta te rechazará si no lo compartes o lo pegas…yo no pensé demasiado en ello en ese momento, pero ahora es la única cosa que ocupa mi mente.



El comentario comenzaba diciendo “Ella no ha dejado a [nombre del que publicaba el comentario] en paz durante días”, y continuaba “si estás leyendo esto, ella irá por ti”.

No recuerdo ni siquiera las palabras exactas porque ya era tarde y estaba cansado y además ya había visto cientos de comentarios como ese antes. Así que se me olvidó por completo.

Hasta que ella comenzó a seguirme.

Primero, se trataba de cosas pequeñas…una sombra que veía con el rabillo del ojo, una silueta en el pasillo…entonces se puso peor. Comencé a escuchar susurros cuando estaba solo en la casa, risitas y pasos. Ahora sé que ella estaba jugando conmigo, algo así como cuando un gato atrapa la cola de un ratón y juega con él antes de matarlo.

Los espejos eran la peor parte. A ella simplemente le gustaba quedarse parada detrás de mí, pero fuera del reflejo, así que cuando me volteaba, ella estaba allí, parada a un lado del librero, con su largo y enmarañado cabello tieso por la sangre que lo cubría, cayendo sobre sus hombros. Y esa sonrisa.

Oh, Dios. Esa sonrisa.

Sus dientes siempre sangraban. Jamás estuve seguro si era su sangre o…no tengo idea…

Cada noche se ponía peor. Podría verla camino a clases, o en el espejo lateral de mi auto, rasgando su propia piel putrefacta con sus uñas como garras mientras yo la observaba con terror.

Por un tiempo, tuve que dejar de dormir. Ya saben, exámenes finales…

Y fue esconces cuando ella se acercó a mí.

Era tarde, tan tarde que técnicamente era temprano en la madrugada. No podía dormir para porque podía escuchar sus risitas. Me tapé la cara con la almohada y cerré mis ojos, cuando sentí algo frío sobre mi mano.

Me paralicé por el miedo. Se sentía puntiagudo y frío y se movía desde mi mano hasta mi codo.

“Sal a jugar”, dijo ella con esa angustiosa vocecita que había yo había escuchado tantas veces antes.

Grité y me incorporé pero ella ya se había ido. Por el momento.

Mi más grande error fue cuando hable con ella. Justo me acababa de salir de bañar cuando ella estaba parada justo enfrente de mí al abrir las cortinas. Pegué un grito de terror y me hice hacia atrás, mientras ella se inclinaba hacia mí.

“¿Por qué?” pregunté. “¿Por qué me haces esto?”…

Me lo dijo. Dijo que era porque yo sabía algo de ella. Ese encuentro terminó con una herida muy seria en la cabeza que me envió al hospital.

Y es justo donde me encuentro ahora.

No puedo soportarlo más. Solo soy un hombre y esto es demasiado para mí. Ahora sé lo que tengo qué hacer. Creo que siempre lo supe.

Dios, perdóname. De verdad que lo siento.