Después de un largo de día, un cazador se encontraba en medio de un inmenso bosque. Estaba oscureciendo y al haber perdido la orientación decidió seguir una sola dirección hasta que pudiera dar con un claro en el espeso follaje.

Después de lo que parecieron horas, se topó con una cabaña en un pequeño claro. Percatándose de lo oscuro que se había hecho, decidió preguntar si podía pasar la noche allí. Se aproximó al lugar y descubrió que la puerta estaba entreabierta y que nadie se encontraba dentro.

Exhausto, el hombre se desplomó en la cama, decidido a explicar su presencia al dueño del lugar por la mañana.

Mientras estaba recostado, le echo una ojeada al lugar y se sorprendió al ver que las paredes estaban adornadas con muchos retratos, todos ellos pintados con gran detalle. Sin excepción, todos parecían mirarlo a él, con los rostros retorcidos en una expresión de odio y malicia. 

Al observarlos, comenzó a sentirse muy incómodo.