Hace algunos años, ciertos padres decidieron que necesitaban distraerse y tomar un descanso por lo que decidieron ir de paseo a la ciudad. Antes de dejar a los niños en casa, llamaron a su niñera más confiable y cuando esta llegó los dos pequeños ya estaban profundamente dormidos. Así pues, la chica se puso a ver la televisión. Como quería ver la televisión por cable y el piso inferior la TV no contaba con él (ya que los padres no querían que los hijos se la pasaran perdiendo el tiempo viendo basura), decidió llamar a los adultos para preguntarles si estaba bien si la veía en su habitación.


Por supuesto, ellos no se negaron pero ella entonces les hizo otra solicitud: les preguntó si podía cubrir la estatua del ángel que estaba afuera del cuarto, o si al menos podría cerrar las persianas, ya que la ponía nerviosa.

Detrás de la línea solo hubo silencio, y después de un momento el padre le dijo:
—Saca a los niños de la casa en lo que llamamos a la policía. No tenemos ninguna estatua.

Diez minutos después, la policía encontró a todos los ocupantes de la casa muertos y no se encontró ninguna estatua.